Ya queda poco para el final... aquí os traigo la penultima parte de mi primer relato
-Mamá... papá...-
Una pila de cadáveres a los que ya no les quedaban la más mínima gota de sangre era lo que había ante sus ojos. No sólo estaban mis padres, también pude identificar a otros vecinos del pueblo, entre ellos a Clara, mi mejor amiga hasta aquel momento.
Creo que nunca podré sentir tanto sufrimiento como aquella noche, y ése sólo era el principio del juego... Empecé a moverme otra vez aunque sin dejar de mirar esa escena tan atroz. Retrocedí hasta que noté que algo me rozaba la pierna. Un gritó intentó salir de mi garganta pero se quedo allí, y de mi boca no salió ningún ruido. Giré lentamente la cabeza para ver que era aquello que me rozaba la pierna… Suspiré al ver un pequeño roedor…Al menos no era Carolina, pero no es que pareciera muy amigable, y no tenía intención de comprobar si lo era. Entonces fui consciente de donde estaba. Me encontraba perdida en el bosque en la más absoluta oscuridad. La luz de la luna dejaba entrever alguna sombra, pero estaba tan entrada la noche, que no era suficiente para que el ojo humano pudiera ver bien.
Andaba a tientas, esperando encontrarme a Carolina al torcer en cualquier punto, o esperándome detrás de un árbol. El corazón me latía con tanta fuerza que creía que se me iba a salir.
Por fin, pude volver al pueblo, cerca de un hotel que había con forma circular. Respiré hondo, pensando que no quedaba mucho tiempo para que saliera el sol y que, así, Carolina no podría hacer nada para cogerme y, menos aún, en medio de la civilización.
-Un dos tres, al es-con-di -te inglés, ¡Ah no! ¡Perdón! Un... dos... tres... al es-con-di-te de Ca-ro-li-na - su voz me hizo volver a la realidad y volver a pensar que no saldría de allí, pero seguí corriendo sin cesar.
Llegué a la playa, por una pasarela que llevaba a una especie de acantilado. Las olas se habían vuelto tan grandes que cuando corrí por la pasarela pude sentir el agua mojarme el cuerpo, refrescándome. "Corre, corre y corre" solo podía pensar en eso.
-Bueno, así me gusta mi querida Paula, jugando hasta el final- su voz sonaba cada vez más cerca, pero era incapaz de oír sus pasos, eso me desconcertaba.
Necesitaba descansar. No había parado desde que eso empezó, hacía ya horas. Había nacido allí y me conocía el sitio a la perfección. Me metí por un sitio vallado, hasta los restos de una casa en ruinas. El sitio apestaba, pero tenía que pararme en algún sitio. Intenté que mi respiración se tranquilizara y no hiciera tanto ruido.
-¿Pero ya te rindes? La verdad, esperaba que tuvieras más fuerzas, pero me da igual, total, mañana jugare con otra persona… ¿A quién me recomiendas, Paulita?- la sentía más cerca y parte de mí quería acercarse a ella, a mi final, y a esas alturas, no me importaba.
-Se nos a echo tarde ¿no crees? Hagamos esto rápido…- giró la esquina de las ruinas en las que estaba, pero yo ya había empezado a correr otra bien. Pude oír su risa.
-¡Paulita! ¿Sabes una cosa? ¡Yo! ¡Yo mate a tus padres!- gritaba con todas sus fuerza para que yo la oyera perfectamente, repitiendo esas duras palabras que para mí eran peor que unas puñaladas.
-¿A que si, Paulita?- apareció delante de mí, de la nada, me agarro del brazo rompiéndolo en ese instante y me lo mordió con la sed de sangre de un auténtico vampiro. Sentí sus colmillos al rasgar mi delicada piel, pude oír y sentir cómo mi sangre salía de mis venas y llegaban hasta su boca, y sentí su frío beso en mi piel.
-Um... riquísima- se relamió.
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