Capítulo 1- Comienzo (4ª parte)
La inquietud empezó a aflorar en el interior de Erika, aunque en su cabeza rondaba el pensamiento de que solo eran imaginaciones suyas.
Cuidadosamente se levantó del suelo, dispuesta a salir de allí, y volver con sus amigos.
Soltó un fuerte suspiró y cuando iba a dar el primer paso de vuelta, algo se lo impidió. Una ráfaga de viento la azotó la cara y un aura extraña apareció delante de ella.
Cuando Erika pudo abrir de nuevo los ojos, la sorpresa se abrió camino en su mente.
"¿Pero qué?..."
Un hombre había aparecido de la nada, delante de ella. Era joven, alto, musculoso, pelo corto y unos ojos extrañamente rojos.
-¿A donde crees que vas?- pregunto con un tono en el que no expresó ningún tipo de sentimiento.
El miedo, la duda... Inundaron a Erika, la cual, miró con desconcierto a aquel hombre paralizada por la impresión.
Impulsada por un miedo irracional, Erika pasó al lado del desconocido y corriendo por el camino por el que había llegado, en un intento de que el hombre, la dejara marchar. Ella misma pensaba que lo que estaba haciendo era una verdadera estupidez, pero no perdía nada intentandolo.
-Tú, pequeña, te vas a venir conmigo- esta vez, su voz sonó amenazadora.
Con una rapidez increible, el hombre agarró el brazo de Erika atrayendola hacía él, colocandola a escasos centímetros suya.
-¡Sueltame! ¡Ayuda por favor!- gritó en un vano intento.
El hombre la agarró con más fuera colocandosela a la espalda.
Derrepente, la sensación de movimiento inundó a Erika, la cual, solo pudo cerrar los ojos. Cuando la sensación paró, el hombre la soltó.
-Pe.. Pero que a...- Erika se encontraba muy mareada.
Una vez recuperada, giro la cabeza hacia todos los lados y el miedo que antes había nacido en su interior, ahora se iba multiplicando poco a poco. El paisaje que ahora se extendia delante de ella, era distinto. En sí, el tipo de paisaje era el mismo, pero era obvio que no estaban en el mismo sitio.
-Desde aquí, nadie podrá oirte pequeña-.
-¡¿Por qué me haces esto?!- Erika se encontraba sentada en el suelo donde el joven la había tirado.
Se encontraba al borde del llanto y su respiración era cada vez más entrecortada.
-Me llamo Jared-.
Aquellas palabras habían desconcertado a Erika.
-¿Qué quieres de mí?... Jared-.
Como respuesta, solo obtuvo una risa del aludido. Este por su parte, empezó a caminar en dirección contraria respecto a la que habían utilizado para llegar hasta allí.
Erika miro desconcertada a su captor y, posteriormente al paisaje.
"¡¿Ahora qué hago?!" pensó una y otra vez la joven, intentando por todos los medios conseguir una respuesta.
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