Hoy, os traigo un relato cortito, para que podais disfrutarlo mejor ^^
"Sola... me siento sola..."
Ese pensamiento me rondaba por la cabeza aquella noche en la que la luna, con un lúgubre brillo, me observaba.
Los altos edificios de Madrid ocultaban mi camino llenándolo de siniestras sombras que adornaban el lugar. El frío me acompañaba en aquella noche de invierno. En aquella situación mis únicas amigas eran las lágrimas que jugueteaban en mis mejillas, y mis sentimientos, solo eran malos consejeros que me gritaban que corriera. Pero... ¿Cómo correr cuando sabes que todo a acabado? ¿Cuando el sabor de tu propia sangre cobra vida en tu garganta? cuando... has observado a la muerte a los ojos y has visto lo hermosa que es...
Me llamo Marta, tengo diecisiete años y esta es la historia de mi mayor pesadilla, aunque claro, las pesadillas son sueños, y esto... fue real...
Era un sábado cualquiera, mi hermana pequeña, Cristina, había quedado con unas amigas para una fiesta, y a mí, me tocaba llevarla de vuelta a casa. Por mi parte, había pasado la tarde con mi novio Jaime, había sido una tarde perfecta, pero ya era tarde y tenía que pasar a por mi hermana.
Las estrellas empezaban a salir tímidamente en el cielo y la verdadera fiesta empezaba ahora.
Me dirigí al local donde me había dicho que estarían. Parecía pequeño y poco concurrido, un bar barato y escondido en aquella inmensa ciudad. Entre en él con paso decidido... Hasta que me encontré dentro...
Todo estaba destrozado, las sillas, mesas... Tampoco había nadie que pudiera explicarme nada, lo único que estaba intacto era el audio, pues la música seguía sonando.
-Pero que...- el pánico se adueñó de mí en cuestión de segundos...
-Cris… Hermana ¡Cristina!- empecé a llamarla.
En mi cabeza rondaba pensamientos como "es una broma", "este no es el lugar" o, simplemente, "¿Qué mierda a pasado aquí?". Entonces lo vi, ese algo que hizo que mi corazón se parará y un grito ahogado saliera de mi boca.
-Sangre...- unas pocas y pequeñas manchas de sangre confirmaban que algo grande había pasado allí.
La inquietud nació de mi interior y la necesidad de encontrar una respuesta también. Con paso firme me dirigí a una puerta que vi a lo lejos, quizá fuera un acto estúpido, pero lo hice. Seguí caminando, abriendo puertas, una tras una... Hasta que abrí la definitiva...
Una escena tétrica y conmovedora se abrió ante mí...Un joven se hallaba sentado sobre los restos de varios cuerpos que debieron pertenecer a las personas del local. El cuerpo del joven estaba completamente cubierto de sangre, y lo que parecían sus ropas, ahora eran míseros trapos. En su boca asomaban dos colmillos totalmente teñidos de sangre, de un color tan intenso, como el de sus dos enormes ojos rojos.
La habitación en la que me encontraba estaba destrozada, llena de muebles rotos y sangre. Las personas que habían estado en ese lugar, pronto habían encontrado los verdaderos significados de las palabras tortura, dolor, impotencia y, por último, muerte. Sus restos quedaban completamente esparcidos por aquella pequeña habitación, restos de sus cuerpos, sus sangres y sus ropas...
Entre aquel tumulto de cosas pude reconocer varias... el abrigo favorito de Cristina... el collar que yo misma la había regalado...
El llanto y los temblores me paralizaron en un primer momento... Luego, en un acto estúpido y temeroso, corrí hacía el asesino de mi hermana, con el puño por delante.
-¡¿Por qué?! ¡No se lo merecía! ¡Devuélvemela! ¡Devuélveme...! Devuélveme a mi hermana...- las lágrimas brotaban de mis ojos en un incesante llanto de dolorosa amargura.
Le había pegado varias veces en el pecho... Ahora me encontraba apoyada sobre el asesino de mi hermana... Llorando por ella. Era una sensación extraña, estar con él me reconfortaba y hacía que quisiera estar aún más cerca de él, pero su cuerpo era tan frío...
-Esto es un bar, y yo, necesitaba beber- rió- sabes... Creo que todavía tengo algo de sed... Ya sabes lo que dicen... Los vampiros siempre tiene sed- su fría voz perforó mi conciencia.
"¡Vampiro! ¡No puede...! ser..." alcé la vista y mis ojos se cruzaron con sus rojos ojos y un dulce escalofrío recorrió mi columna vertebral.
Sin pensarlo salí corriendo, intentando huir de mi destino.
- Eres muy guapa... Y tu sangre huele muy bien... No me lo pongas fácil muñeca- dijo fríamente.
Ahora había dejado de correr después de toda la noche pensado en lo sucedido... Morir después de ver aquella escena no me parecía tan malo... Recordarla el resto de mi vida era tan abrumador... Sería el peor castigo posible.
-¿Es qué ya no corres?- dijo una voz detrás mía.
No me hizo falta girarme para saber que era él.
Después de aquello todo fue muy rápido.
Se acercó a mí como una sombra, a una velocidad impresionante. Su dulce aroma y la hermosura de su cara me sobrecogieron.
Solo pensaba en que todo acabara... En borrar el recuerdo del cuerpo destrozado de mí hermana pequeña... Parar esa agonía de una vez... Y tener paz...
Sin saber exactamente porque... le besé. Le besé con toda mi fuerza, con cariño y dulzura, incluso con más amor que como lo había hecho aquella misma tarde con mi novio...
-Que muñeca más linda, y que besos más tiernos... ¿Quieres sentir un beso mío?-.
Sus labios se deslizaron por mi cuello. Primero fue un beso... Luego sentí sus colmillos rasgar mi piel, pude sentir, incluso oír, como mi sangre fluía hasta el exterior de mi cuerpo, llegando hasta su fría boca. Era una sensación horrible y a la vez hermosa. Podía sentir como la vida se alejaba de mí a la vez que mi sangre, sin embargo aquel beso me relajaba y me gustaba. Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando pude sentir como mi propia sangre caía por mi cuello. Mientras tanto un dulce dolor recorría mi cuerpo mientras mi corazón latía cada vez más rápido, intentando que ninguna parte de mi cuerpo dejara de recibir sangre. Solo puedo decir que fue un intento vano... Las sombras llenaron mis ojos mientras estos miraban a la luna... Mientras el frío se adueñaba de cada rincón de mí ser... Y el dolor era algo tan intenso que me es imposible describirlo...
Las investigaciones de la policía nunca llegaron a encontrar una sola pista de lo sucedido aquella noche y, menos aún, de los restos de mi hermana y de mi cuerpo...
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