viernes, 5 de febrero de 2010

La estirpe de Lilith- 2º parte

Un día, nuestra pequeña amiga Jessica, fue con su clase a una gran biblioteca. Era una de las tantas excursiones que se realizaban con el colegio. Como trabajo, después de visitar la estancia, fue buscar un libro para realizar una exposición sobre él, la próxima semana en clase.

Los niños que la acompañaban corrieron en busca del mejor libro, para impresionar al resto de su clase. Todos fueron directos a la zona de la literatura infantil, bueno, todos no, Jessica decidió dar una vuelta por todo el edificio, en busca de algo realmente interesante.
En profundo silencio, recorrió una y otra estantería, leyendo cada uno de los títulos que se encontraba delante de ella. Y allí, en una esquina, encontró algo, que la hizo sonreír. Se trataba de una sección únicamente de libros sobre magia y mitología. Esos libros no eran los que podían encontrarse en la sección infantil, con miles de dibujos, sino libros grandes, pesados, y, sobretodo, antiguos. -Historias de brujas, Mitologías del mundo, La historia del Tarot…- Jessica fue leyendo los títulos de los libro uno a uno, hasta que por fin, llegó a uno que, definitivamente, era el que quería.
Con una delicadeza increíble, alargó el brazo y cogió aquel libro.
-La estirpe de Lilith…-.
Jessica no sabía quién era Lilith, pero decidió que ese era el libro que quería.
Era un libro antiguo, de color rojo, sin portada alguna, excepto unas letras negras que formaban el título. No tenía escrito el autor en ningún lado, ni nada que pudiera relacionarlo con una persona, o un país.
Feliz por haber encontrado aquel libro, volvió con sus compañeros.
Terminado el horario escolar y de vuelta ya en casa, Jessica se dispuso a leer su nuevo libro. Estaba escrito en castellano antiguo y a mano, lo que dificultaba la lectura a aquella pobre niña. Aún así, pudo descubrir un maravilloso mundo de demonios, vampiros, súcubos e íncubos. Pero la duda de quién sería esa tal Lilith, aun no tuvo respuesta alguna.
Así, pasaron los días, y el mundo de las tinieblas y la oscuridad fue abriéndose paso por la mente de la inocente niña. Ella parecía no estar interesada en unirse a ese mundo, pero sí en conocerlo lo más posible.
Aquel sábado, mientras seguía absorta en el mundo de Belcebú, la llamaron para cenar.
Como una buena niña, se sentó inmediatamente en la mesa. Para su sorpresa aquel día su padre también ceno en esa mesa después de un largo tiempo sin hacerlo.
El silencio parecía reinar en esa habitación, y las múltiples miradas entre los padres de la Jessica, hacían que el ambiente fuera más tenso aún.
La niña pronto entendió que el único motivo por el que sus padres no empezaban una discusión, era que estaba ella presente, pero tampoco iba a ser ella la que se metiera en medio de aquella silenciosa disputa.
Cuando la noche ya cayó por completo, la niña tuvo que irse a la cama a dormir, pero pronto empezó a oír gritos procedentes de una habitación contigua, la de sus padres.
Intentó dormir lo más que pudo, y el cansancio la ayudo a conseguirlo.
A la mañana siguiente, podía notarse con claridad en el rostro de su madre que había estado llorando, y no parecía que estuviera de muy buen humor.
El día pasó, y con él, mil gritos más entre los adultos de esa casa. La niña triste por lo que estaba ocurriendo, se había escondido en el trastero, y ahí estaba, entre cajas, polvo y trastos, sentada en una vieja mecedora, leyendo su libro.
Leer era lo único que la ayudaba a olvidarse de todo lo que había a su alrededor y la transportaba a otro mundo, plagado de magia.
Y entre gritos, pudo leer por fin quien era Lilith.

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