viernes, 1 de octubre de 2010

¿Puedes verlos?- 2º Capítulo

Un día, pasado un mes explorando ese nuevo mundo, Luna le llamó para hablar con él.
-¿Puedes verlos? Mis ojos brillan porque estoy aquí fuera, en el otro lado de un espejo negro de un sueño, y soy feliz, es difícil de entender aunque este incompleta… ¿Recuerdas esas palabras?-.
-Claro que las recuerdo, dijiste que estarías completa… gracias a mí- contestó.
-Me alegra que las recuerdes, pues un pacto es un pacto, y hay que cumplirlo-.
-¿Un pacto? ¿Qué quieres decir? Nosotros no hicimos ningún pacto…- dijo Alberto asustado.
-Cuando nuestros labios se juntaron, aceptaste el pacto por el que me ayudarías a estar completa… Alberto… quiero que sepas que te quiero… y por eso quiero que seamos uno-.
-¿A qué te refieres con ser uno?- ante aquella pregunta la joven sonrió.
-Ser uno… significa dejar de ser quien eres, dejar tu cuerpo mortal y hacer que tu alma viaje hasta mi cuerpo para ser uno conmigo… Así estaré completa-.
-No puedes estar hablando en serio, esto es una broma-.
-Alberto… ¿en todo este tiempo no te has preguntado porque en mi reino no sale el sol y la luna roja permanece siempre en el hermoso cielo?- ante aquella pregunta el joven no supo que contestar- Aunque no lo creas yo soy el espíritu de la luna, pero aquí en el suelo mortal me encuentro incompleta… Por eso busco el alma de otras personas para estar completa por un tiempo y evitar que el sol se ponga por estas tierras… Y el color rojo… no es más que el color de la sangre de aquella persona que me ha ayudado a estar completa por un tiempo…-.
-¡Estas loca!- gritó Alberto.
Ante aquella afirmación, Luna comenzó a llorar y unas lágrimas recorrían su delicado rostro.
-¿Es que no me quieres?- dijo mientras lo que parecía una espada.
Alberto ni siquiera pensó, simplemente echo a correr.
-¡No podrás correr! Mandaré a todos los habitantes de este reino a por ti… Y pronto seremos uno-.
Al joven corría y corría, hasta que se encontró con aquel dragón verde con el que tantas veces había volado y se subió una vez más en él.
En todo el reino se podía oír un gran revuelo, gente corriendo por todos lados en busca de algo, o más bien en busca de alguien.
Desde los lomos de dragón, Alberto contemplaba la gigantesca luna de color rojo y se preguntaba cuántas vidas habían sido sacrificadas para que tuviera ese color tan intenso.
-Pequeño… creo que no tengo ninguna posibilidad de huir, todo el mundo me está buscando- se quedó un momento en silencio, como si esperase que su gigantesco acompañante le respondiese- Solo hay que mirar a la luna para darse cuenta que no se puede huir de un destino, aunque quizá si halla una escapatoria pero no muy bonita-.
Sin poder remediarlo, Alberto rompió a llorar en un amargo sollozo, todo había sido demasiado bonito y ahora era una terrible pesadilla.
El joven se puso de pie del dragón sin dejar de mirar a la luna mientras lloraba.

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