Espero que disfruteis con esta tercera parte ^^
Me tiré un buen rato mirando la pantalla, pasando las páginas que aparecian ante mí.
Los amigos en los que había estado pensando toda la mañana y que me parecían los mejores del mundo, ahora me daban la espalda. Era como si todo hubiese sido un sueño, como si no existiera tal foro, y me oblige a mi misma, a creeme tal cosa.
Esa noche no intenté dormirme pronto, la intriga me lo impedía, aunque la razón me decia que era una estupidez. Entonces llegó el momento que esperaba, el reloj marcó las cinco, y al son de las doce campanadas que procedían del reloj de mi salón, escribí las palabras mágicas: "Hijos de la media noche". Mientras el resultado de la busqueda se cargaba, una risita nerviosa salia de mi boca. Segundos depués aparecia en primer lugar el foro.
Quizá suene estúpido, pero mi corazón se paro ante el asombro, me metí sin dudar y sin preguntar por aquel suceso, me tiré unas tres horas hablando.
Casi un mes después, seguía metiendome en el foro y cada día, dormia menos.
Al marcar las doce en reloj, llegó el día en que se hacía un mes de mi primera incursión en el foro.
Lilium dice- k ay chicos???
Nadir contestó hasta pasados casi los treinta minutos.
Fanuel dice- Hoy hace un mes en el que te uniste al grupo Lilium, y, sin embargo, todavía no has preguntado por que solo puedes acceder si entras a las doce de la noche... ¿todavía quieres continuar en el grupo?
Sus palabras me sorprendieron.
Lilium dice- claro k kiero, es en el unico sitio k realmnt soy fliz!
Fanuel dice- ¿Querías quedar conmigo mañana?
Lilium dice- ¡Claro! pero... si no sabs dond vivo.. ni sikera si vivimos en la misma ciudad...
Fanuel dice- Mañana a las doce te espero en el parque que hay al lado de tu casa.
Lilium dice- spera!...
Era inutil, Fanuel ya se había desconectado y me había dejado sola.
Las dudas respecto a que era todo es misterio no se hicieron esperar y un mal estar me inundo. Con aquella inquietud, no consegí dormir en toda la noche y, como era de esperar, no preté ateción alguna en clase.
El día pasó lentamente, mientras mis dudas se apilaban una a una en mi cabeza. La hora de comer... La hora de la cena... Mi cuerpo se movia automáticamente, convirtiendome practicamente en un zombie, aunque por suerte, nadie reparó en ello.
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