martes, 15 de septiembre de 2009

Los ojos de la Dama Muerte- 2º parte

Nos hago esperar mucho, asi que aquí esta la segunda parte.

-Así que esta es tu casa ¿eh?-.
El gato volvió a ignorar a Sandra, y entró a la casa por una pequeña puertecita construida especialmente para él.
-¿Hola? ¿Hay alguien?- preguntar algo así cuando el único motivo que la había llevado hasta allí era que al seguir a un gato, la había llevado hasta ese lugar, era algo absurdo.
Sandra llamó a la puerta varias veces. Al no encontrar respuesta, decidió mover el pomo, aunque esperaba encontrar la puerta cerrada. Para su sorpresa, la puerta se abrió, dejándola entrar sin ningún problema. La casa se encontraba en silencio e increíblemente limpia, por lo que Sandra dedujo que alguien debía vivir allí habitualmente y no quería que esa persona la encontrara allí cuando llegase.
Realmente era una casa preciosa, decorada con muebles de madera, los cuales daban un toque clásico a la casa. Había algo en el ambiente que te inducía a entrar y dar una vuelta por ella. Ese "algo" hipnotizó a Sandra, haciendo que su sentido común desapareciera y la joven decidiera darse un paseo por aquella bella casa. Sin embargo, ella siempre creyó que lo hizo por propia voluntad... En verdad... ¿realmente fue decisión suya seguir al misterioso gato, o, por el
contrario, desde el principio, anduvo involuntariamente aconsejada por esa aura extraña que rodeaba la casa?
Paseó por el edificio con cuidado de no tocar nada y haciendo el menor ruido posible.
Pronto se dio cuenta de un sutil detalle que le daba un toque siniestro a la acogedora casa. Durante toda su inspección en aquel hogar, no había encontrado una sola fotografía. Ni un marco, ni una cara para poder poner rostro a aquella o aquellas personas que habitaban en ese lugar. Sandra empezó a extrañarse, no entendía como podía estar tan limpia y que no viviera
nadie para limpiarla.
Llegó a una estantería cuidadosamente decorada, pero seguía sin haber fotos. En la parte inferior de la estantería había unos cajones y, sin pensarlo un minuto, Sandra abrió uno al azar. Cuando lo abrió no pudo reprimir un ligero gemido.
No había nada, simplemente nada. Expectante, empezó a abrir el resto de cajones.
-Pero que...- otra vez nada, ni siquiera polvo.
Antes de empezar a abrir cajones, Sandra ya había contemplado la posibilidad de que alguien fuera a limpiar la casa aunque no viviera allí, pero ahora lo dudaba...
¿Quién limpiaria hasta los cajones de una casa que no es suya?" la pregunta retumbaba en su cabeza sin respuesta.
Algo rozó sus piernas alejandola de su incógnita. El pequeño gato gris rodeaba sus piernas en un juego sin sentido para la joven.
-¿Ei pequeño? ¿vive alguién a...?- la pregunta quedó incompleta.
Sandra había parado de hablar al oír un ruido dentro de la casa. No sabía exactamente de donde procedía ni que podría haberlo originarlo. Inmediatamente se había puesto alerta y en su cabeza nacian respuestas para poder excusarse en el caso de que fuera el dueño de la extraña casa.
Otra vez el mismo ruido. Esta vez si lo había podido oír bien, y había podido distinguir con claridad que parecía ser una pisada lo que se oía, y respecto al lugar, debía de ser cerca de la entrada.

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