lunes, 7 de marzo de 2011

Mi amiga la muerte- 1º parte

La fría mano de mi amiga la muerte se extiende cada vez más, acercándose a mí con un dulce baile.
Esto no es un grito de auxilio, ni una llamada a la fe perdida, pues la muerte será bien recibida, siempre que mi canto de libertad sea escuchado.
Sus ojos rojos no son más que una ventana al infierno que muestra esas temidas llamas eternas. Esos ojos tan brillantes como rubíes del color de la sangre son la pesadilla de cualquier triste mortal y, sin embargo, soy incapaz de dejar de observar esa mirada. Quizás esas llamas sólo reflejan la ira con la que se rige este triste mundo, donde únicamente se mira por el bien de uno mismo, donde la fama, el dinero y el poder son la Kriptonita que corrompe las almas de aquellos que se hacen llamar humanos.
Lentamente noto cada vez más su aliento, gélido y penetrante.
Ahora mi vida parece un lejano sueño, donde los recuerdos se olvidan, donde ya no importa lo que hice o lo que nunca llegué a hacer… Pues todo eso no importa si sólo quedan segundos para que no me quede nada.
El viento se vuelve mi enemigo en este momento, pues él me trae el olor a putrefacción que, por desgracia, siempre acompaña a la muerte. Un olor intenso y desagradable que encierra la historia de la humanidad, pues al fin y al cabo, en él se encuentran las vidas de todo aquel ser vivo que pisó la Tierra en eras pasadas.
Ya nada importa, ya nada tiene sentido para mí. Hay quien dice que cuando mueres ves los buenos momentos que has vivido y sonríes… Mienten, mienten pues no ves los buenos momentos, sino todos los que te has perdido, todo lo que no has llegado a hacer y que nunca harás. Es entonces cuando tus lágrimas intentan aflorar en tus ojos, pero yo no lo permitiré, no cederé a darle ese deleite a mi amiga la muerte.
Algunos me llaman loco por llamarla amiga, lo que ellos no entienden es que en cuanto se lleve mi alma, me pasare la eternidad con ella… Asique mejor tenerla como amiga.
Ensimismado en mi feliz reencuentro, ahora parece que lucho como un zombi. Aunque mi amiga se pasea con su dulce baile por este extraño lugar, el combate no ha terminado. Todavía las espadas se cruzan mientras cantan con ese chocar de metales. Las gotas de sangre se esparcen a ras de suelo, dibujando siluetas de desgracia. Cuerpos sin vida son la decoración que se muestra allá por donde mis ojos miran. Sin dudarlo hoy es un gran día para mi amiga.

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